Ante el estreno de la película que documenta su propia vida, el físico británico sorprendió nuevamente a la opinión pública cuando apoyó abiertamente el derecho de los enfermos a morir, siempre y cuando se trate de una decisión propia y personal.
Stephen Hawking volvió sobre sus propias convicciones, que en el pasado, según sus palabras, contemplaban la siempre vigente esperanza de vida para cualquier persona, en cualquier estado.
Hoy, en una analogía tan gráfica como contundente, el físico se pregunta por qué permitir el sufrimiento de un ser humano cuando impedimos que sufra un animal, y plantea abiertamente la polémica.
Postrado sobre una silla de ruedas, el ilustre científico fue diagnosticado con un severo trastorno neuromotor cuando apenas cumplía los 21 años de edad, ocasión en que los médicos estimaron que no sobreviviría más de dos o tres años. Hoy, a los 71 años, y tras haber revolucionado el ámbito académico con sus estudios sobre astrofísica, Stephen Hawking es uno de los físicos más importantes del mundo y autor del libro Breve historia del tiempo, récord en ventas.
Las declaraciones de Stephen Hawking reverberan sobre el testimonio de las distintas celebridades que en algún momento se han manifestado a favor de una práctica digna de la muerte, o que incluso, como es el caso del médico y bioquímico belga Christian De Duve, Premio Nobel de Medicina, han accedido a morir voluntariamente, aquejadas por una enfermedad terminal.
Si bien actualmente la eutanasia es tema de debate en la mayoría de los países, entre las personas que apoyan el legítimo derecho de los enfermos terminales a decidir sobre su muerte, y las que piensan que tal circunstancia pone en peligro a un sector vulnerable de la sociedad, lo cierto es que el suicidio asistido es ilegal en todo el mundo, con excepción de Suiza, Bélgica, y algunos estados de los Estados Unidos, en donde es permitido bajo excepcionales condiciones.